El ojo vigilante
El nombre de la autora de éste breve texto...es ALEJANDRA ZANI, santiagueña, que hace unos años, dejó Santiago, para caminar otros rumbos, lugares, quimeras... es una joven maravillosa , inquieta, inteligente, creativa y audaz desde sus primeros años, en que fue mi alumna.
Acaba de recibir el primer premio en un concurso de escritores jóvenes de la UBA, por todo ello... permitanme compartir el siguiente texto, que es increíble.
Cuanto más me pregunto acerca de las maravillas de la tecnología, más alejada me encuentro de la posibilidad de denunciar si sus escalofriantes capacidades son, al fin y al cabo, buenas o malas.
Internet es, sin lugar a dudas, el mayor exponente tecnológico que posibilita la globalización, y en los últimos años se ha convertido en el ojo que todo lo sabe, todo lo vigila, siendo el centro de nuestro gran globo. Y este ojo nos lleva ventaja: mientras nosotros dormimos, él permanece despierto. Al ser virtual no se destruye, ni se termina. Creo que ya no es necesario ir a un café, encontrarme con alguien y presentarme, tratar de relegar al otro el sueño inapresable del encuentro de la personalidad ajena, descubrir lo enigmático del prójimo que se halla a un lado. Dando simplemente mi nombre se puede saber, a tan sólo un click de distancia y por más que pese a mi conciencia, una gran parte de lo que es mi ser.
Creo que mi privacidad dejó de ser mía hace ya mucho tiempo, cuando decidí ser parte de este surrealismo tecnológico de ondas espaciales que viajan por todo el mundo
Sólo queda limitarme a convertirme en un ser tecnológico, y comenzar a navegar por las aguas del Internet.
ALEJANDRA ZANI Gracias Ale...por estas palabras sencillas, ciertas, crativas y certeras...los mejores días están por llegar a tu joven vida La Seño Magali
1 comentarios:
Qué sorpresa encontrar esto, seño Maga. Nunca me contaste y tuve que llegar aquí por casualidad. Gracias por llevar con vos a mis palabras, como yo llevo conmigo tus recuerdos (y tus palabras, aforismos, enseñanzas).
Para refrescar memorias, todavía recuerdo esa clase en la que llevaste una hoja de revista con un manchón de lapicera, y nos preguntaste a todos qué veíamos. (Lo que simbolizaste de manera tan sencilla, fue un gran crecimiento en mucho de nosotros).
Mis mayores respetos,
Alejandra.
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